domingo, 8 de noviembre de 2009

Berlín, 1989



Desde que en 1962 John Kennedy, pocos meses después de que se edificara, dijo “Ich bm em berliner” (Yo también soy un berlinés), el muro de Berlín ha representado el cierre hermético de la Alemania comunista —y de todo el bloque del Este— a la libre circulación de las ideas y de las personas.

Nada hacía prever antes de la madrugada del 9 de noviembre de 1989 que el único bastión del comunismo en Europa se desmoronaría irremediablemente y que miles de ciudadanos de la RDA alcanzarían la libertad en aquella jornada histórica.

En las conmemoraciones de estos días se hace escasa mención al trío de grandes personajes que hicieron posible aquella liberación: Juan Pablo II, Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Sus biografías se entrelazan en el libro de John O’Sullivan “El Presidente, el Papa y la Primera Ministra. El trío que cambió el mundo”. A este grupo de grandes líderes cabe añadir también a Helmud Kohl y Mijail Gorbachov que supo entender que el comunismo llegaba a su fin.

Como escribe el editorialista de ABC hoy:

“Las dos Alemanias de la postguerra representaron dos mundos antagónicos: una, la Occidental, fue la patria de la libertad, el progreso y la democracia, mientras que la llamada «democrática» era la tierra de la opresión, la tiranía y la miseria. Al evocar las jornadas de las que ahora se cumplen dos décadas, unos dicen que el muro fue derribados por unos o que se cayó por la desidia de los otros. En todo caso, lo evidente es que triunfó la libertad frente a la repugnante tiranía comunista, que aquellos fueron instantes mágicos en los que todo parecía posible y que por ello han quedado grabados justamente en la historia colectiva de los europeos como un emblema de la liberación. (…)

A muchos jóvenes de hoy les costará imaginarse que hasta hace dos décadas hubo un muro, alambradas y nidos de ametralladoras para mantener encerrada a una parte de los europeos o que, a pesar de todas las evidencias, gran parte de la izquierda occidental nunca miró con malos ojos aquellas dictaduras que fueron conocidas como el «socialismo real». Esa confusión ética, que tanto contribuyó a prolongar la existencia de las tiranías y que explica por qué los europeos del Este aún confían más en Estados Unidos que en sus vecinos occidentales, merecería una reflexión que todavía no se ha producido. Por ejemplo, en la percepción de lo que está sucediendo en Cuba, la última reliquia de aquel enjambre de satélites de la utopía soviética, donde aún pervive la tiranía comunista y la historia va con al menos veinte años de retraso, porque el régimen ha encontrado en el Mar Caribe su propio muro de la vergüenza.”


Reportaje especial de El Mundo sobre la caída del muro.

Vídeo de RTVE sobre diferentes aspectos de la época.

Crónica del corresponsal de RTVE de la época con las imágenes de cómo se narró aquella jornada histórica.

Declaraciones de Helmut Khol: El triunfo de la libertad.

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