domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Qué es España?



Hoy se celebran en 166 municipios de Cataluña consultas populares en las que se pregunta a los ciudadanos si desean que Cataluña pueda decidir sobre su independencia.

A pesar de que se trata de una consulta no vinculante, sin ninguna validez jurídica ni tiene la más mínima garantía de expresar la tendencia real de la voluntad de los ciudadanos, el índice de participación es bajísimo, la pantomima decíamos, ha sido vendida por los líderes independentistas y difundida por los medios de comunicación, como la gran manifestación del pueblo catalán a favor de su independencia.

¿De todos los catalanes? No. Ayer sábado, un grupo de catalanes nos reunimos en el Aula Magna de la Universidad Abat Oliba – CEU para testimoniar que hay un grupo de catalanes que no estamos de acuerdo, que nos resistimos a aceptar que hundan a nuestra querida Cataluña. El acto, organizada por el Foro Arbil, llevaba por título «La crisis general de España» e intervinieron un catalán y un vasco. El primero, Jorge Buxadé, vicepresidente de la Fundación Persona, como abogado del Estado habló de la España constitucional. Por su parte, Santiago Abascal disertó sobre «La España por venir; tras la crisis general española». En este enlace se puede leer una versión de su conferencia.

Los ponentes y los asistentes que participaron en el turno de preguntas, expresaron su pesar por la triste actualidad de España en general y Cataluña en particular pero también quedó patente la esperanza de que podremos superar estos difíciles momentos con el esfuerzo y el ofrecimiento de lo mejor de cada uno de nosotros a favor de la Causa común.

Por último, un señor mayor del público nos recordó que es España declamando una emotiva poesía de José Luis de Santiago. A más de uno se nos nubló la mirada recordando las grandes hazañas que fuimos capaces de protagonizar los españoles a lo largo de la Historia y las duras pruebas que nos depara el futuro para que, cuando los cronistas hablen de nuestra Era, aunque sea a pie de página, mencionen que algunos españoles de bien hicieron todo lo que estaba a su alcance para defender su país y poder dar una respuesta al niño que al regresar a su casa del colegio explica a su padre que en clase ha oído a hablar de España, ¿qué es España?.

El padre le mira y, después de un rato le dice: pregúntaselo a tu abuelo. El pequeño se acerca a éste y le pregunta: abuelito, nos han hablado hoy de España, ¿qué es España? El abuelo lo pone sobre sus rodillas y le explica:

España somos tú y yo y el hogar que nos ampara, la tumba de nuestros padres y el jardín de nuestra casa.

España es el cielo azul que amanece en tu ventana y las montañas agrestes que te velan y te guardan.

España es el limpio orgullo de la historia de la raza; es el incierto futuro donde pones tu esperanza y es tu voluntad de ser español cada mañana.

España son tus costumbres y el idioma en el que hablas y el pan de trigo que comes también es un poco de España.

España es el Padre Nuestro que rezas por las mañanas y el rojo y gualda que pone ese nudo en tu garganta.

España es el pulso alegre de tu sangre alborotada, porque el futuro, que es tuyo, también lo será de España.

España es la fe que tienes en tus padres y en tu casa, y cuando todos te falten estará contigo España.

martes, 8 de diciembre de 2009

Los orígenes de la bandera de Europa



Hoy celebramos el día de la Inmaculada Concepción. En España se celebra especialmente por ser su patrona y por la especial devoción hacia este dogma de fe.

Durante la celebración de dicha festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864, como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España.

La Inmaculada Concepción también es patrona de los Tercios españoles, actual Infantería, cuya tradición se remonta al milagro de Empel.

El 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueado por completo por la escuadra del Almirante Holak. El bloqueo se estrechaba cada día más y se agotaron los víveres y las ropas secas. El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En ese momento crítico, un soldado del Tercio que estaba cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada: «Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen Maria, esperaban en su bendito día». Un viento completamente inusual e intensamente frío se desató aquella noche helando las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia, la flor y nata del ejército español. Sin embargo, este patronazgo se consolidaría cuarenta años después de que en la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854, se proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima.

Por otro lado, también encontramos la advocación a la Inmaculada en la bandera de Europa.

El nombre de Arsene Heitz, un artista octogenario de la ciudad de Estrasburgo, no es muy conocido, sin embargo una de sus creaciones se despliega al viento como símbolo de todos los europeos. En efecto en 1950 el Consejo de Europa convocó un concurso de ideas para confeccionar la bandera de la recién nacida Comunidad Europea. Heitz, entre otros muchos diseñadores, presentó varios proyectos, y uno de ellos resultó ser el elegido, ése que hoy todos conocemos: doce estrellas sobre fondo azul.

Recientemente, Heitz ha desvelado a una revista francesa cuál fue el motivo de su inspiración. En aquellas fechas, dice él, leía la historia de las apariciones de la Santísima Virgen en la Rue du Bac de París, que hoy es conocida como la Virgen de la Medalla de la Milagrosa. Y según el testimonio del artista, concibió las doce estrellas en círculo sobre un fondo azul, tal como la representa la iconografía tradicional de esta imagen de la Inmaculada Concepción. En principio Heitz lo tomó como una "ocurrencia", entre las muchas que fluyen en la imaginación del artista; pero la idea despertó su interés, hasta el punto de convertirse en motivo de su meditación.

Por lo que dice en la revista, Heitz acostumbra a escuchar a Dios en su interior; es decir reza con el corazón y con la cabeza. Se declara un hombre profundamente religioso y devoto de la Virgen, a quien ni un solo día deja de rezar el Santo Rosario en compañía de su mujer. Y por todo ello concluye que en su inspiración confluyen además de sus dotes de artista, esos voces silenciosas que el cielo siempre pronuncia sobre los hombres de buena voluntad, de los que sin duda Heitz forma parte. Un artista que casi al final de su vida y en el cénit de su carrera, puede proclamar con la garantía de la autenticidad que concede ese momento, en el que los cosas que interesan son ya muy pocas pero muy importantes, que se considera un hombre que ama a todo el mundo, pero sobre todo a la Santísima Virgen, que es nuestra madre.

Es cierto que ni las estrellas ni el azul de la bandera son propiamente símbolos religiosos, lo que respeta las conciencias de todos los europeos, sean cuales sean sus creencias. En este sentido, cuando Paul M. G. Lévy, primer director del servicio de Prensa e información del Consejo de Europa, tuvo que explicar a los Miembros de la Comunidad Económica el sentido del diseño, interpretó el número de las doce estrellas, como "guarismo de plenitud", puesto que en la década de los cincuenta no eran doce ni los miembros de dicho Consejo, ni los de la Comunidad Europea. Sin embargo, en el alma de Heitz habían estado presentes las palabras del Apocalipsis: Una gran señal apareció en el cielo: La Mujer vestida de sol y la luna bajo sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas. Y sin percatarse, quizás, los delegados de los ministros europeos adoptaron, oficialmente, la enseña propuesta por Heitz en la fiesta de la Señora: el 8 de diciembre de 1955. Muchas casualidades, como para que a partir de ahora no nos sea difícil descubrir entre los pliegues de nuestra bandera de europeos la sonrisa y el cariño de Nuestra Madre, la Reina de Europa, dispuesta a echarnos una mano en ese gran reto, que nos ha propuesto el sucesor de San Pedro, Juan Pablo II: recristianizar el Viejo Continente con el ejemplo de nuestras vidas y el testimonio de nuestra palabra. (Fuente: Javier Paredes, Profesor Titular de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá).