jueves, 6 de marzo de 2008

De miting

También fue un miércoles de primeros de marzo en un miting de Mariano Rajoy en Barcelona cuando asistí por última vez a un acto político multitudinario. Doce horas después estallaba la primera bomba de los atentados del 11-M y con ella la victoria electoral que se palpaba en el ambiente.

Cuatro años después volví al miting central del PP en Cataluña celebrado en un recóndito lugar en medio de ninguna parte por los ya típicos complejos del PP temiendo no llenar un espacio más grande. No sé cuanta gente había pero el recinto estaba abarrotado y se notaba el ánimo subido a pesar de las encuestas. Rajoy recordó que todas las encuestas le han dado como perdedor en esta legislatura excepto las que valen, las elecciones municipales, y auguró que también ganaría las del 9 de marzo.

Un amigo me comentaba los recuerdos de su primer miting con Manuel Fraga en 1982, cuando aún era el presidente de Alianza Popular. Me decía que parecía un profesor impartiendo clase y que el nivel intelectual ha descendido mucho. Los mitings sólo sirven para animar a los ya convencidos, que son los que van, o para distraer a los abuelos. Es conocida la anécdota que en tiempos de Felipe González, una flota de autobuses iba por las residencias recogiendo a abuelos para llevarlos a los mitings de Felipe. Era una excursión con merienda incluida, a cambio del voto.

Personalmente he asistido a diversos actos significativos de distinto signo político, desde antes de tener derecho a voto. Por ejemplo, estuve en el acto en que Jordi Pujol dio el relevo a Artur Mas, el miting de ZP del Palau Sant Jordi en que prometió no modificar el Estatuto de Cataluña que aprobara el Parlament o la última comida de Aznar como presidente en Barcelona. Dejé de acudir a esos actos cuando empecé a sentir vergüenza de que algún conocido me viese y me identificara con según que partidos.

Ayer Rajoy volvió a hablar de la niña. Parece que algunas intervenciones se las preparan sus oponentes. Al igual que la recomendación de que acepte ser entrevistado por El País. A pesar de los peligros para la hipertensión que me puede producir leer el Pravda, hoy he accedido a su página web para consultar la entrevista y parece un interrogatorio del comisario político de turno al que Rajoy parece intentar convencer. La entradilla ya da muestras del rigor periodístico de su director: "Aspira a vivir en La Moncloa y centra su estrategia en descalificar a Zapatero más que en plantear soluciones. De hecho, la frase "no lo sé" abunda en la entrevista, hecha el martes en su casa, horas después del segundo cara a cara. Relajado, minimiza los asuntos más polémicos para el PP: la guerra de Irak y las teorías conspiratorias sobre el 11-M."

Esperemos que la niña de Rajoy salga más rebelde que su padre y defienda los valores auténticos sin complejos.

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