El que ha sido uno de los Imperios más explendorosos sobre la faz de la Tierra vive sus horas más bajas.
Como suele pasar en estos casos, el derrumbamiento es causa de la crisis moral que vive el viejo Continente.
Inglaterra solía ser ejemplo de honestidad y respetabilidad, la cuna de la democracia. Desde hace semanas The Daily Telegraph ha estado publicando en sus páginas los gastos que cargan los señores diputados al Tesoro Público. Hipotecas, reformas de segundas y sucesivas residencias y hasta comida de perros. La vergüenza recorre lado y lado de los vetustos bancos de la Cámara de los Comunes. Hasta el Speaker ha tenido que dimitir. El último de sus antecesores que pasó por el mismo trance fue Sir John Trevor en 1695.
Como si se tratara de una gripe contagiosa, el virus se ha extendido al otro lado de Westminster y se ha extendido a la Cámara de los Lores. Por primera vez en 350 años, dos de sus miembros fueron suspendidos por recibir prebendas a cambio de legislar a favor de sus benefactores.
Mientras tanto, la firma de inversiones Schroders ha publicado hoy un informe en el que alerta del riesgo de que el Reino Unido entre en bancarrota.
En estos tiempos tumultuosos, más que nunca, Dios salve a la Reina.
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