sábado, 29 de noviembre de 2008

Este murmullo que se oye...



Hoy hace una semana del Congreso Provincial del PP de Barcelona en el que no se pudo presentar Santiago Gotor como candidato a la presidencia por no reunir los avales necesarios para ser validada.

Desconozco el procedimiento interno del partido pero desde fuera me parece poco democrático este procedimiento en el que se requiere un elevado número de avales que hacen difícil la participación de personas que no forman parte del establishment del partido. En la cena de apoyo a Santi Gotor me explicaron que los compromisarios no podían avalar a otra candidatura y muchos de ellos le confesaban a Gotor que votarían por él en las elecciones, aunque no pudieran manifestarse públicamente pues los votos son secretos mientras que los avales son públicos ¿es esto democracia?, ¿cómo un partido con este funcionamiento interno puede ganarse la confianza de los ciudadanos para gobernar el país?.

Este tema de los avales ya quedó manifiestamente en entredicho en las pasadas elecciones para elegir a la presidenta del PP de Cataluña. Las cifras hablar por sí sólo. Montse Nebrera obtuvo 218 avales (frente a 650 de la candidata oficialista, Alicia Sánchez Camacho). Los votos, que recordemos son privados, redujeron drásticamente esta diferencia: Sánchez Camacho obtuvo el 56% de los votos mientras Nebrera consiguió un meritorio 43% a pesar de los obstáculos encontrados por el camino. ¡¡¡Qué envidia del proceso de primarias en Estados Unidos!!!

Ganan los oficialistas pero el descontento dentro del partido ya no se puede ocultar. Me recuerda una entrañable poesía de Martí i Pol:

Este murmullo que se oye no es de lluvia.
Ya hace mucho tiempo que no llueve.
Se han secado las fuentes y el polvo se acumula
por las calles y las casas.

Este murmullo que se oye no es de viento.
Han prohibido el viento para que no se levante
el polvo que hay por todas partes
y el aire no se vuelva, dicen, irrespirable.

Este murmullo que se oye no es de palabras.
Han prohibido las palabras para que
no pongan en peligro
la frágil inmovilidad del aire.

Este murmullo que se oye no es de pensamientos.
Han sido prohibidos para que no engendren
la necesidad de hablar
y sobrevenga, inevitablemente, la catástrofe.

Y, a pesar de todo, el murmullo persiste.

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