domingo, 28 de diciembre de 2008

«Sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas»




He leído hoy en ABC un interesante artículo sobre el vibrante discurso que pronunció Sir Winston Churchill en la Cámara de los Comunes, inmediatamente después de ser nombrado Primer Ministro.

El articulista reflexiona que el texto original en el que Churchill ofrece «Blood, toil, tears and sweat» es traducido sistemáticamente en castellano como «Sangre, sudor y lágrimas», olvidándose del esfuerzo.

Parece sintomático este olvido de todo lo que significa esfuerzo para conseguir los restos más importantes.

Precisamente en el año que nos espera, el esfuerzo de todos será fundamental para superar una crisis que se prevé grave. Deseo a todos un feliz año y que no flaqueemos en el esfuerzo de “tirar del carro”.

Texto completo del discurso en inglés y castellano.

«Sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas»

RAMÓN PÉREZ - MAURA

El fin de año invita a reflexionar sobre las lecturas de los últimos doce meses. Creo que la que mayor poso me ha dejado este año ha sido un librito de sólo 147 páginas, con un largo título y subtítulos: «Blood, toil, tears and sweat. The Dire Warning. Churchill´s First Speech as Prime Minister». Su autor, John Lukacs, hace un detallado análisis de aquel primer discurso de Churchill en el que anunció ante los Comunes su plan para ganar la guerra. En muy pocas páginas el autor hace un retrato en el que el carácter del héroe queda perfectamente descrito.

Poco después de haberlo leído, Turner publicó la edición española de esta obra. Confieso mi decepción. La versión traducida del título es «Sangre, sudor y lágrimas. Churchill y el discurso que ganó una guerra». Y lo primero que decepciona es que se pueda dedicar un libro entero (133 páginas en la versión española) a un discurso y que el traductor o el editor no dediquen ni una nota a pie de página a explicar cómo y por qué se sigue traduciendo «Blood, toil, tears and sweat» por «Sangre, sudor y lágrimas».

Admitamos que la versión española del discurso ha quedado registrada así en la memoria colectiva. Pero lo que no es editorialmente aceptable es que ni siquiera en la traducción del discurso, que se ofrece íntegro -es probablemente uno de los más cortos que Churchill pronunció en su vida- ni siquiera ahí se cita los cuatro -y no tres- elementos que Churchill ofreció al país: «Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor».

Vivimos en un tiempo en que el esfuerzo es un valor que está en declive. Muchos esperan que sea el esfuerzo de otros el que resuelva sus problemas. Éste es un libro que incluso en su versión en español de la que ha desaparecido la invocación al esfuerzo que hacía Winston Churchill para ganar una guerra nada menos que contra Hitler, incluso ahí, queda patente el valor del esfuerzo personal para alcanzar las metas que nos proponemos. No está de menos tenerlo presente ante el 2009 que nos espera.

lunes, 8 de diciembre de 2008

España Católica, Apostólica y Romana

La advocación de la Inmaculada Concepción tiene especial devoción en España, a la que está consagrada y de la que es patrona y protectora (la Virgen del Pilar es patrona de la Hispanidad).
Durante la celebración de dicha festividad, el día 8 de diciembre, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864, como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España.

La Corona de España ha encabezado desde primera hora esta defensa. Cito un fragmento del artículo de José Barros Guede en el que habla de esta vinculación española con la Inmaculada Concepción:

“La historia de España nos relata, que nuestros reyes, teólogos, artistas, literatos, ejércitos y pueblo creen, esperan y aman a María Inmaculada. Los reyes visigodos, Ervigio declaró su fiesta como ley de Estado y Wamba fue su gran defensor. El rey Fernando III, el Santo, llevaba pintada su imagen en su estandarte. Los reyes, Jaime I, el Conquistador, y Juan I de Aragón ordenaron se celebrase su fiesta en todos sus Reinos. Los Reyes Católicos enviaron nueve embajadas a Roma rogando al Papa definiese la Concepción Inmaculada de María como dogma de fe cristiana.

El rey Felipe II mandó grabar su imagen en su escudo real. A propuesta unánime de las Cortes Generales Españolas, el rey Carlos III solicita a la Santa Sede que María sea proclamada Patrona de España. A su petición, el papa, Clemente XIII, la proclama Patrona de España mediante la bula “Quantum Ornamenti”, de fecha 25 de diciembre de 1760. (…)

El 6 de diciembre de 1983, el papa Juan Pablo II pudo exclamar en su vista a Zaragoza: “el amor Mariano ha sido en vuestra historia fermento de catolicidad; y ha impulsado a las gentes de España a una devoción firme y a la defensa intrépida de la grandeza de María, sobre todo en su Inmaculada Concepción”.

Más tarde, el 10 de octubre de 1984, nos recuerda en su breve estancia, también, en Zaragoza de paso para América: “decir España, es decir María, porque es decir el Pilar, Covadonga, Aranzazu, Valvanera, Guadalupe, los Desamparados, Lluch, Fuentesanta, las Angustias, los Reyes, el Rocío, la Candelaria, el Pino…; y tantas y tantas otras, como los Milagros, los Remedios, el Rosario….”.

En este artículo, el Cardenal Arzobispo de Sevilla, Don Carlos Amigo, reflexiona sobre el siglo y medio del dogma de la Inmaculada Concepción.

Mensaje de Dios te traigo
Él te saluda, María,
pues Dios se prendó de ti,
y Dios es Dios de alegría.

Llena de gracia te llamo
porque la gracia te llena;
Si más te pudiera dar,
mucha más gracia te diera.

El Señor está contigo,
aún más que tú estás con Dios;
Tu carne ya es tu carne,
Tu sangre es para dos.

Y bendita vas a ser
entre todas las mujeres,
pues, si eres madre de todos
¿quién podría no quererte?

Federico García Lorca

sábado, 6 de diciembre de 2008

Constitución española, 30 aniversario


Portada de La Vanguardia con motivo de sanción de la Constitución.


Se conmemora hoy el 30 aniversario del referéndum por el que se ratificó la Constitución española.

Es un buen momento para mirar atrás y recordar de dónde venimos para acertar a divisar a dónde vamos.

En aquél diciembre de 1978, España acababa de salir de una dictadura e iniciaba el camino hacia la democracia. Las diferentes fuerzas, que de alguna manera representaban a las dos Españas de las que escribió Machado, acordaron abrazarse fraternalmente con el compromiso de no mirar al pasado sino al futuro para construir un Estado nuevo, reconociendo la unidad de la nación, admitiendo la pluralidad de sus regiones en el marco de un Estado de Autonomías.

Eran tiempos de grandes hombres, encabezados por el Rey junto con Adolfo Suárez, Torcuato Fernández Miranda, Gabriel Cisneros y los demás padres de la Constitución.

Al recordar aquellos tiempos, no sin cierta nostalgia, es inevitable un sentimiento de pesar al comprobar la desunión y los enfrentamientos que se viven hoy en día.

En palabras del Rey en el Congreso, hoy celebramos "tres décadas de una gran Constitución para una gran Nación".

Los periódicos publican reportajes especiales para conmemorar esta efeméride. También se analizan algunos aspectos como posibles reformas de algunos artículos y se repasan los 200 años de Constituciones españolas, desde la de Cádiz de 1812 a la actual de 1978.

En la hemeroteca histórica de La Vanguardia podemos leer qué decían las páginas del periódico en aquellas fechas históricas.

Discurso del Rey en el acto de promulgación de la Constitución

Texto de la Constitución española

Especial ABC

Especial La Razón

Vídeo conmemorativo